Las mujeres de hoy somos como esas nuevas naciones que han sido creadas después de una guerra: han sido dueñas de su propia libertad por tan corto tiempo que no saben exactamente cómo usarla. Las mujeres somos reconocidas como iguales a los hombres para tomar el puesto que por derecho nos corresponde en los asuntos mundiales, pero al mismo tiempo se nos pide que nos quedemos en casa a cuidar del hogar. Las mujeres carecían de electrodomésticos que les ayudasen en el hogar, y no tenían derecho a voto, cosa que hoy ya nos resulta impensable. Pero aquel viejo y casi místico respeto que se nos tributaba por el hecho de ser distintas de los hombres, se ha desvanecido.
Se espera que un adulto acepte la muerte como parte de la vida, que maneje todas las pérdidas repentinas de una manera adulta apropiada. Las consideraciones anteriores demuestran una subestimación del duelo. El duelo es el reflejo de la conexión que se ha perdido. Esa pérdida no disminuye porque es un adulto o porque su madre o padre vivió una larga vida.
En muchas de sus explicaciones aseguraba que estaba con él y afirmaba que dicho joven también le iba a tender la mano. De todo corazón, espero que no haya sucedido. No he querido hablar de nuevo con él para evitar volver a saber sobre mi ex. Hola, soy Joel, tengo 35 años, 5 años de casado, mi esposa se llama Martha de 34 años y tenemos un hijo pequeño.
Como suele decirse un gran poder conlleva una gran responsabilidad. El hecho de poseer una determinada edad, nunca debe ser considerado como un factor indispensable para poder ser una persona madura y experimentada. Una vez pasamos a ser personas maduras es muy probable que muchos de nosotros cambiemos en gran medida nuestra conducta. Esto es algo que suele suceder a la gran mayoría de personas. Todos deseamos convertirnos en personas exitosas con el paso del tiempo aunque como descubriremos, muchos de nuestros sueños personales puede que en realidad solo sean idealizaciones propias de una persona inmadura. Mientras logremos mantener nuestro espíritu joven no tenemos porqué sentirnos alguien demasiado viejo. Son muchas las personas que al llegar a su madurez descubren que sus actos tanto negativos como positivos, pueden llegar a influir en la vida de terceras personas. Soy alto y me gustan las chicas delgaditas.
